11 años del estreno de “Flores en el desierto”
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11 años del estreno de “Flores en el desierto”

“Flores en el Desierto” no es una película más; es el resultado de la conjunción de voluntades con el único fin de revivir un acontecimiento importante suscitado en los albores de nuestra ciudad.

El dato novedoso es que ‘Flores en el Desierto’ no contó con la participación de actores profesionales, sino con la buena voluntad de cerca de 200 vecinos de San Julián que pusieron su tiempo, sus casas, y sus objetos a disposición de este proyecto de la universidad. Pablo Walker, Director del film cuenta que “queríamos demostrarnos a nosotros mismos que podíamos hacer cine sin dinero. En realidad la película se hizo de manera económica, pero gracias al a colaboración de cerca de 200 personas y unas 50 instituciones, así que básicamente es un esfuerzo cooperativo que está organizado por la universidad, pero en realidad es un trabajo prácticamente comunitario”.

Walker contó además que el hecho de hacer una película de época trajo “enormes dificultades” que “en buena medida fueron subsanadas con el uso de las nuevas tecnologías, como la edición digital en computadora para hacer un recorte visual de algunos elementos intrusos de la modernidad”.

No obstante, confió que “todas las casas que aparecen en la película son viviendas que aún están dentro del ejido urbano”, aunque aparecen de una manera novedosa: “el espectador que conoce el paisaje se desconcierta, porque esos ranchitos aparecen completamente despojados, en una San Julián sin infraestructura, enfrentando heroicamente la adversidad climática”.

Otra novedad es que el propio Poli Walker interpreta uno de los papeles protagónicos del film: “Es una experiencia que no voy a volver a repetir, porque es muy trabajoso ponerse de un lado y del otro de la cámara. Pero igual es divertido sacar afuera la faceta histriónica, y es muy liberador; ahorra mucho dinero en terapia”.

Walker aclaró además que “si bien Flores en el Desierto está basada en hechos históricos, no deja de ser una ficción” centrada en “la biografía de 5 o 6 personas representativas de la enorme diversidad cultural que caracterizaba a estos pueblos de la costa santacruceña, como Río Gallegos, Puerto Santa Cruz, San Julián y Puerto Deseado, que son los cuatro más antiguos”.

“San Julián - explicó- tenía en 1903 cerca de 40 habitantes de unas 18 nacionalidades distintas, una concentración de personas sumamente singular. Y creo que ahí básicamente se forma lo que sería la idiosincrasia de estas localidades, con un tejido social bien consolidado, una actitud muy cosmopolita, y una filosofía muy abierta a recibir cosas nuevas”.


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